THE LAST TIME

Abrí Spotify y le di play a uno de tus discos favoritos. No me di cuenta y, de repente, estaba adentro de tu mente. Lo sé porque mi habitación oscureció y se encendió una pantalla gigante que proyectaba tu escritorio. Ahí estabas, trabajando en un nuevo proyecto. En eso que me habías contado la última vez que hablamos.

La cuestión era que no sólo podía ver a través de tus ojos sino que también podía escuchar tus pensamientos. Entonces, mientras escuchabas la radio se oyó decir al locutor que la lluvia era torrencial en el conurbano y te acordaste de mi. Sé que te acordaste de mi porque miraste fijo tu tablet donde tenías prendido Tunein y, después de murmurar por lo bajo mi nombre, te preguntaste cómo estaba. Agarraste tu celular. Agarré mi celular y cuando abrí whatsapp me decía que estabas escribiendo pero no enviaste nada. Me sentí confundida y un poco triste.

Dejaste el celular en la mesa y abriste whatsapp web y desde ahí comenzaste a releer el hilo enorme de conversaciones que solíamos tener. Empezaste por los tiempos donde todo era hermoso y armónico. Yo también me reí con lo imbéciles que éramos tirando chistes tratando de hacernos reír. Y lo logramos muchas veces. Por supuesto.

Mi parte favorita de toda la charla que scrolleaste fue cuando te detuviste a leer todo lo que te dije el día que tomé el coraje para contarte que eras mi persona favorita en el mundo. “Cuánto te extraño, nena”, te escuché decir.

Entonces volví a prender mi celular y te escribí: “hola”. Te asustaste cuando sonó la notificación. Te quedaste mirando la pantalla un rato largo. Cerraste todo y seguiste trabajando. Así como si nada. Tu mente estaba en silencio. Cambiaste de radio.

El disco que yo escuchaba se terminó y la habitación volvió a la normalidad.

Esa fue la última vez que me rompiste el corazón.