LA CÁPSULA

Nos conocimos una noche. Los dos estábamos sentados en una cápsula. Pasamos mucho tiempo ahí dentro, me atrevería a decir años, pero ninguno de los dos encontró la manera de divisar al otro. Estábamos en otoño, casi por llegar el invierno. Quise tomar una taza de café pero me quedé sin azúcar, entonces tuve que mirar mi alrededor y ahí estabas.

Te pedí si tenías para compartir conmigo un poco de azúcar porque no me gusta el café amargo y vos con mucha amabilidad fuiste hasta tu alacena a buscarla. Cuando regresaste me hiciste un chiste y yo creo que comencé a quererte para siempre. Me olvidé de mi merienda porque nos quedamos charlando y se hizo tan tarde que comencé a caerme de cansancio. Te pedí disculpas, te dije que me había encantado conocerte y que esperaba volver a verte pronto. Tus ojos estaban repletos de ternura. En verdad, me hubiera quedado en ese rincón para siempre.

Me dormí y soñé que estábamos en una playa. Nos poníamos a charlar y ninguno de los dos podía entender cómo habíamos pasado tantos años adentro de esa cápsula sin conocer la existencia del otro. Pero creo que de haber sucedido nuestro destino hubiera sido diferente y existen un montón de cosas de las cuales no me arrepiento que hayan sucedido. Nos miramos y nos reímos porque no entendíamos cuál era la gracia de imaginar un pasado juntos cuando teníamos todo el presente por delante. Me desperté justo cuando no podía dejar de mirarte.

To be continued…